Es cierto también que a veces comemos muy de prisas, sin saborear ni masticar, a veces comemos por obligación y a veces comemos por ansiedad, comemos para rellanar ese vacío, no del estomago sino del espíritu. Y cuando esa actitud de consumismo material entra a nuestro hábito alimentario, entonces lo que nos cuesta no solo es nuestro bolsillo sino también nuestra salud.

Cumpliendo la ley del equilibrio, los médicos naturistas hablan de “comer lo justo para no tener hambre y beber lo justo para no tener sed.”, es decir, que la comida cumpla su función biológica, sin excesos ni acumulaciones.